miércoles, 21 de mayo de 2008

POEMAS

IX

Si de pronto la vileza se volviera ajena en la torpeza de mis manos.
Si en un giro inesperado, la luz del estío golpeara de nuevo
las aristas de mi pecho.
Si en la erizada piel me desvaneciera
con un inocente gesto.
Sabría que es de nuevo la vida
en lo inoportuno y extraño del amor.
Y ya no temería al lobo ni al astuto zorro, pues mi parapeto todo lo podría.
En el declinar de los sueños
te haría mía en las palabras,
en el aire indómito
me arrastraría leve
hasta ser la extraña fantasía
que ocupara tus noches.

XI

En cada rostro se oculta inhóspita la vida.
Extraña en su irreverente mutación.
En los ojos agónicos, en la ansiedad agrietando los labios, en la perturbada carne.
Su inocencia infame la hace medir en la oscuridad los pasos
y simular en el gesto trémulo el indómito hastío que la subyuga
en la más insospechada de las soledades.
Yo he visto tus padecimientos,
tu inasible penitencia.
En lo ahogado de tus horas el mundo se ha vuelto real.
En la pesadez de lo moribundo yo soy tu casual testigo.
Ahora sólo queda dibujar la sonrisa en la arcilla
y creer que fuimos desde el principio.

lunes, 19 de mayo de 2008

La Utopía en Don Quijote. Maquiavelo, Nietzsche y el héroe.


En el libro de Cervantes también aparece otro tema muy renacentista, la utopía. Probablemente Cervantes tuvo conocimiento de la “Utopía” de Tomás Moro y de “La ciudad del sol” de Tomaso Campanella; su utopía esta centrada en un hipotético regreso al estado natural en el que prevalece la solidaridad y la paz en un lugar sin propiedad.[1]
Cervantes no emplea la palabra utopía en su obra; él habla de repúblicas bien ordenadas La edad de oro de la que habla no puede ser otra cosa que un comunismo primitivo que recuerda a la obra de Moro. En uno de los capítulos afirma que las abejas forman son reflejo de su república utópica.[2]
En el capítulo XLIX de la Segunda Parte Cervantes critica a la gente ociosa de forma muy dura de boca de Sancho.[3] Esta crítica forma parte del programa político de Sancho para la ínsula Barataria; su mandato, aunque breve, supone un ejemplo de buen gobierno. Savater va más lejos en su interpretación y afirma que la presencia de Sancho supone una apuesta por la democracia en tanto supone el ascenso de un plebeyo al poder. También destaca el gobierno de Sancho por ser muy popular.
El ascenso de Sancho supone dejar atrás el prejuicio del linaje, necesario para ejercer determinados cargos en la época de Cervantes. A lo largo de toda la obra, Cervantes afirma varias veces que “cada uno es hijo de sus obras”.
En el capítulo XVIII del Primer Libro Don Quijote afirma: “Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace mas que otro”[4] Posteriormente afirma “La sangre se hereda , y la virtud se aquista, y la virtud vale por si sola lo que la sangre no vale”.[5] También se habla del término medio como el fundamento de las decisiones.[6]
La dignidad del hombre depende de sus cualidades interiores, de lo que hace sobretodo, no de su linaje o fama. No olvidemos que uno de los fines de Don Quijote es la construcción de una sociedad mejor.[7]
La ínsula Barataria es el punto culminante de la utopía cervantina, pues en ella, como dije anteriormente, se produce el ascenso de un plebeyo que gobierna de forma popular e imparcial. Sancho presenta un programa político[8] y una serie de prohibiciones una vez que decide marcharse cansado de gobernar.[9]
La justicia que imparte sancho en su ínsula es imparcial, eficaz y muy común. Las ordenanzas que estableció y que aparecen en la nota 20 son un ejemplo de liberalización del comercio y de combate a la especulación.
Ortega en la primera parte de su libro critica tanto el provincianismo como el utopismo: “Los egipcios creían que el valle del Nilo era todo el mundo”[10]. Defiende una postura intermedia, ni tan amplia como el utopismo ni tan corta como el provincianismo.
A lo largo de los libros esas ideas utópicas se entremezclan con algunas reglas de política práctica que recuerdan “El Príncipe” de Maquiavelo. En un texto[11] Don quijote expresa una serie de razones para explicar el comportamiento de los reinos conquistados, advirtiendo de los peligros que entrañan.[12]
En otro capítulo[13] quijote nos vuelve a descubrir su lado más oscuro, el que es necesario “olvidar” según Savater, pues nuestro personaje habla de las causas que pueden llevar a la guerra e incluso de de causas justas y razonables para guerrear.
Volviendo a la posible relación entre Cervantes y Maquiavelo en el libro –cabe recordar la estancia del español en Italia- mantienen otro punto de conexión respecto a la fortuna. Maquiavelo escribe sobre la fortuna: “Ella muestra su poder cuando no hay una virtud organizada y preparada para hacerle frente, y por eso vuelve sus ímpetus allá donde sabe que no se han construido espigones y diques para contenerla.”[14] En el Capítulo XLII[15] de la Segunda Parte Quijote da una serie de consejos a Sancho para manejar la ínsula, lo que recuerda la finalidad de la obra de Maquiavelo, “El Príncipe”.
Don Quijote en el capítulo LXVI de la Segunda Parte afirma que no hay aventura, que todo lo maneja el cielo, pero al final como Maquiavelo acaba aceptando que cada uno es artífice de lo que hace.[16] Luego para ambos la virtud con prudencia se puede imponer a la fortuna. También para ambos si el héroe o príncipe peca ha de ser por exceso.[17]
Para acabar de borrar la providencia de la vida de los hombres, Cervantes por boca de Don Quijote afirma que “es libre nuestro albedrío y no hay yerba ni encanto que lo fuerce”.[18] Incluso se va más allá reivindicándose la voluntad libre del hombre.[19]
En el libro también existen una serie de elementos religiosos que se pueden asociar a autores filosóficos posteriores; uno de estos elementos es el cristianismo de Don Quijote que tiene algo de moral heroica, aristocrática. En dos partes diferentes de la obra Quijote expone a Sancho que se debe amar al enemigo y olvidar las injurias pasadas, pues de lo contrario sería un mal cristiano.[20]
Don Quijote intenta evitar el resentimiento, que según Nietzsche es el motor del cristianismo en su transvaloración respecto a lo bueno y lo malo. Ortega hace referencia a este tema en sus meditaciones: “Esta lucha con un enemigo a quien se comprende, es la verdadera tolerancia, la actitud de un alma robusta.”[21]
Esta es una de las principales características del héroe; Ortega trata en su libro la naturaleza de lo heroico. Unamuno define a Don Quijote como el primer héroe y antihéroe; en su libro convierte al hidalgo en un personaje trágico que en un momento determinado pasa a ser cómico.[22] Para Unamuno ése momento se produce en el capítulo XII de la Primera Parte, cuando el barbero organiza un plan que hace parecer a Don Quijote como motivo de risa. Ya lo dice Ortega, “de la sublimidad a lo cómico hay un paso”.[23]
Desde mi punto de vista el paso de lo trágico a lo cómico se produce en el capítulo XXV de la primera parte cuando Sancho deja a su amo dando volteretas en calzoncillos.[24] En este momento se pasa, a mi modo de ver, de lo trágico a lo cómico, dejando Don Quijote de ser héroe. Unamuno atribuye al héroe la capacidad de saber quién es y lo que quiere ser.[25] Ortega afirma en la misma línea: “la nobleza heroica vive de aspiración; su testimonio es el futuro”. [26]
En su capítulo “El Héroe”[27] de las “Meditaciones del Quijote” Ortega introduce una teoría de la vida humana asociada al héroe que él define como aquél que no acepta la realidad, lo que es, de ahí su intento de modificación de lo real. En Don Quijote su proyecto, su no-ser, gobierna y modela la realidad circundante.

[1] “-¡Dichosa edad y dichosos siglos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados –dijo DonQuijote- y no porque en ellos el oro (que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima) se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino por que entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. En aquella edad eran todas las cosas comunes: a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano, y alcanzarle de las robustas encinas que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían.” Capítulo XI de la Primera Parte, páginas 70 y 71.
[2]En lasa quiebras de las peñas y en los huecos de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo.” Capítulo VIII de la Primera Parte, páginas 70 y 71.
[3]Por que quiero que sepáis, amigos, que la gente baldía y perezosa, es en la republica lo mesmo que los zánganos en las colmenas, que se comen la miel que las abejas trabajadoras hacen” Página 636.
[4] Capítulo XVIII de la Primera Parte, página 117.
[5] Capítulo XLII de la Segunda Parte, página 602.
[6]No seas siempre riguroso ni siempre blando, y escoge el medio entre estos dos extremos”. Capítulo LI de la Segunda Parte, página 651.
[7] “”en efecto rematado, vino a dar su juicio en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, hacer caballero andante…() …e irse por el mundo deshaciendo todo género de agravios.” Capítulo I de la Primera Parte, página 27.
[8] “-Que es mi intención limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia y de gente vagamunda, holgazana y mal entretenida. Pienso favorecer a los labradores, guardar sus preeminencias a los hidalgos, premiar a los virtuosos, y sobre todo, tener respeto a la religión y a la honra de los religiosos.” Capítulo XLIX de la Primera Parte, página 636.
[9]Y aquella tarde la pasó Sancho en hacer algunas ordenanzas tocantes al buen gobierno de la que el imaginaba ser ínsula, y ordenó que no hubiese regatones de los bastimentos en la república, y que pudiesen meter en ella vino de las partes que quisieren, con aditamento que declarasen el lugar de donde era, para ponerle precio según su estimación, bondad y fama, y el que lo aguase o lo mudase de nombre, perdiese la vida por ello, moderó el precio de todo calzado, especialmente el de los zapatos, por parecerle que corría con exorbitancia; puso tasa en los salarios de los criados, que caminaban a rienda suelta por el camino del interese; puso gravísimas penas a los que cantasen cantares lascivos y descompuestos, ni de noche ni de día; ordenó que ningún ciego cantase milagro en coplas, si no trajese testimonio auténtico de ser verdadero, por parecerle que los demás ciegos cantan son fingidos, en prejuicio de los verdaderos. Hizo y creó un alguacil de pobres, no para que los persiguiese, sino para que examinase si lo eran. “ Capítulo LI, página 654.
[10] Página 71 de las Meditaciones.
[11] “-Porque has de saber –Dice Don Quijote- que en los reinos y provincias nuevamente conquistados nuca están tan quietos los ánimos de sus naturales, ni tan de parte del nuevo señor, que no se tenga temor de que han de hacer alguna novedad para alterar de nuevo las cosas, y volver, como dicen, y probar ventura; y así es menester que el nuevo poseedor tenga entendimiento para saberse gobernar, y valor para ofender y defenderse ante cualquier acontecimiento” Capítulo XV de la Primera Parte, página 96.
[12] Las palabras del texto de Don quijote de la nota anterior son muy semejantes a las de Maquiavelo en algunos de los capítulos de su obra “El Príncipe”; este es uno de los muchos ejemplos posibles: “Y a este respecto se debe tener en cuenta hasta que punto no hay cosa más difícil de conseguir , ni más peligrosa de conducir, que hacerse promotor de la implantación de nuevas instituciones .La causa de tamaña dificultad reside en que el promotor tiene por enemigos a todos aquellos que sacan provecho del viejo orden y encuentra como únicos defensores a todos los que se verían beneficiados por el nuevo orden” Capítulo VI “De los principados nuevos adquiridos por las armas y la virtud”, página 56.
[13]Los varones prudentes, las repúblicas bien concertadas, por cuatro cosas han de tomar las armas, y desenvainar las espadas y poner en peligro sus personas vidas y haciendas.() A estas cinco causas capitales se pueden agregar algunas otras que sean justas y razonables, y que obliguen a tomar las armas.” Capítulo XII de la Segunda Parte, página 533.
[14] Capítulo XXV “En que medida están sometidos a la fortuna los asuntos humanos y de que forma se les ha de hacer frente” de “El Príncipe”. Página 135.
[15] Página 602.
[16] “-Lo que se te decir Sancho –dijo Don Quijote- es que no hay fortuna en el mundo, ni las cosas que en él suceden, buenas o malas que sean, vienen acaso, sino por particular providencia de los cielos; y de aquí viene lo que suele decirse: que cada uno es artífice de su ventura. Yo lo he sido de la mía, pero no con la prudencia necesaria, y así me han salido al gallarín mis presunciones” Capítulo LXVI de la Segunda Parte, página 726.
[17] En el texto de Cervantes aparece así:”Porque bien sé lo que es la valentía, que es una virtud –dice Don Quijote- que está puesta entre dos extremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad, pero menos mal será que el que es valiente toque y suba al punto de temerario; que no que baje y toque en el punto de cobarde.” Capítulo XVII de la Segunda Parte, página 477. En Maquiavelo el príncipe si peca ha de ser en exceso tanto en el trato de los demás como en el manejo de las riquezas, porque el ser tenido como cruel o tacaño es más favorecedor para mantener las repúblicas que el ser considerado débil o magnánimo.
[18] Capítulo XXII de la Primera Parte, página 145.
[19]Lo que suelen hacer algunas mujercillas simple y algunos hombres embusteros bellacos, es algunas mixturas o venenos con que vuelven locos a los hombres, dando a entender que tienen fuerza para hacer querer el bien , siendo, como digo, cosa imposible forzar la voluntad” . [19] Capítulo XXII de la Primera Parte, página 145.
[20]Mal cristiano eres, Sancho –dijo oyendo esto don Quijote- porque nunca olvidas la injuria que una vez te han hecho: pues sábete que es de pechos nobles y generosos no hacer casos de niñerías” Capítulo XXI de la Primera Parte, página 136.
En la cual (ley de caballería) –dice don Quijote-se nos manda que hagamos bien a nuestros enemigos, y que amemos a los que nos aborrecen” Capítulo XXVII de la Segunda Parte, página 533.
[21] Página 52 de las meditaciones.
[22] Unamuno, Miguel de. “Vida de Don Quijote y Sancho”. Editorial Austral. Año 1976, Madrid. 234 páginas.
[23] Página 236 de la meditaciones.
[24]Y desnudándose con toda priesa los calzones, quedó en carnes y en pañales, y luego, sin más ni más, dio dos zapatetas en el aire, y dos tumbas, la cabeza abajo y los pies en alto”. Capítulo XXV de la Primera Parte, página 176.
[25]Yo se quién soy” dice Don Quijote en el capítulo V de la Primera Parte, página 44.
[26] Página 66 de las meditaciones.
[27] Página 225 de las meditaciones.

miércoles, 14 de mayo de 2008

EL HOMBRE QUE FUE AYER

He sido, a veces, la deforme sombra de un asesino, el rostro incómodo de algún lisiado de agrio carácter. Mi cuerpo ha dibujado en multitud de ocasiones el torpe trazo de la miseria, la vanidosa maniobra de la prepotencia. Pese a todas esas iniquidades, siempre he tenido la sensación de ser otro, de usurpar algo que no me pertenece. Un impostor del hombre, una perplejidad expectante, una fabulosa ironía que sobrevive en la más absoluta nada; quizá el más desacreditado de los espíritus, tal vez el más iluso de los átomos, o la más resuelta de las ficciones.
El tiempo ha trabajado mis tramas, mis pequeñas historias, los nexos que unen mis más asombrosos logros; configuro mis próximas apariciones con la laboriosa rectitud del más oficioso zapatero, deambulo con la autoridad de quien parece saberse con la mayor de las exactitudes el hombre que todos creen que es. Puede que me confundas entre la gente, que adivines en mi rostro la extraña magia de aquellos que ya saben cual será el final, de aquellos que han escrito, antes en el tiempo, las distintas variaciones que la divinidad reserva para el resto. Nada de eso querido lector. Tan solo el mundo y los otros. Aquellos que confabulados se encargarán de silenciarlo todo, de establecer inoperantes categorías, irrisorias tesis y un lagrimoso valle de penalidad. La vida siempre anhela el “ya fue”, siempre encuentra al iluminado pastor que, presto, reconduce el tiempo y lo vuelve del revés. Perseverará hasta volver abominable aquello de lo que hoy, insumiso gozas. He vuelto a cruzarme con los “romeros”, he visto en sus miradas el frío gélido del espartano, la seguridad amenazadora de Platón, la certeza última de aquellos que en la tierra cumplen los dictados últimos de cristo, y he vuelto a sentir el tiempo sobre mi, transformándome en espectro, desacreditando cada uno de mis pasos, cada uno de mis argumentos.
Cuando te vuelvas fantasma, recuerda que solo tuviste la ocasión de descubrirlo un poco antes; en esta ocasión el tiempo tampoco hubiera jugado a tu favor.

martes, 13 de mayo de 2008

LA MÓNADA FURIOSA Y EL PRINCIPIO DE IMPERFECCIÓN

Leibniz murió olvidado. La pléyade de mónadas que constituían el efecto mágico de su sustancia decidió retirarse. Su incomunicabilidad, la ausencia de “ventanas” corrobora para la historia que entre ellas jamás se supieron formando parte de un ser humano tan singular. El mundo de Leibniz es sin duda la más asombrosa fábula que jamás he leído, la idea más inquietante que más cerca ha estado de lo insondable de las cosas: compuesto por una serie de monadas que solo se configuran y se reordenan en el ámbito relacional con mayor número de composibles en virtud del principio de perfección, el espacio y el tiempo desaparecen para dejarlo todo sin límites ni cercos, para vaciar al individuo de su más firme suelo. Pequeñas e inextensas mónadas que representan el mundo sin comunicarlo; un mundo que ha dejado de ser absoluto, para volverse párvula casualidad, infinita definición. Quizá el particular mundo de Leibniz sobreviva aún en sus pequeñas mónadas, que hoy, dispersas, habitan extraños cuerpos deformes, impenetrable acero o caótico tábano.

Ser como Leibniz; imaginar que un sin fin de partículas de fuerza, independientes, movidas por dios sabe que último afán, configuran la extraña ficción que aventuro ser; que el resto de relaciones determinan la que creo, firme, es mi identidad. Fantaseo con la idea de que el otro está dentro de mí como elemento esencial para que el mundo más perfecto ideado por dios bajo la obligación moral, no se desintegre y deje en evidencia lo enigmático y último de todo lo que nos rodea. Quizá yo también sea Leibniz y una mónada furiosa me haya jugado una mala pasada y me impida recordarme, imagino que el azar las uniera de nuevo, porque por definición la perfección no puede presumir de un número infinito de relaciones: quizá Spinoza fuera Leibniz y tan solo existiera una mónada, la divina, que jugara a generar sustancias que en última instancia desconocieran su particular esencia. Puede que todo no sea más que la trama de uno de los laberínticos pasajes de Borges y tú uno más de esos personajes que anhelan encontrarse obviando que no buscan a nadie.

A pesar de todo, si un niño me trajera hojas de hierba con las manos llenas, y me preguntara “¿Qué es la hierba?” me volvería amigable Whitman y respondería “no sé mejor que tú lo que es”, quizá porque deseo que Leibniz no este en lo cierto, quizá porque cada mañana trato de reconocerme en el espejo, quizá porque sueño con que el mundo cambie a través de los hombres y se haga mejor, quizá porque la democracia y la justicia precisan de la genialidad del poeta americano, de la ignorancia que otorga al individuo la capacidad de crear y recrear el tiempo, el espacio y la vida. Son las doce de la noche y hoy las mónadas no me han hecho matar a nadie, ojalá no sea el único que pueda presumir de lo mismo.

jueves, 8 de mayo de 2008

La vida teórica y contemplativa. Los molinos de viento.

La obra de Cervantes comienza con uno de los problemas filosóficos más antiguos; la dualidad teoría-praxis, vida teórica- vida práctica que fue tratada en la Antigüedad por Platón y Aristóteles. Don Quijote tras 50 años de vida contemplativa decide un día abandonar todo y dedicarse a actuar como caballero andante para favorecer a los pobres y deshacer entuertos.
Dicha actitud favorable a la vida activa no se muestra sólo en el hecho de haber abandonado una vida cómoda sino en algunos de sus discursos como el del capítulo XXIII y sucesivo de la primera parte, en los que defiende las armas frente a las letras, la vida práctica frente a la teórica: “Quítense de delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a las armas; que les diré, y sean quién fueren, que no saben lo que dicen…(). Hablo de las letras humanas que su fin es poner en su punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo; fin, por cierto, generoso y alto y digno de grande alabanza; pero no de tanta como merece aquél a que las armas tienden, las cuales tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en la vida” [1] .
Al contrario que Cicerón que pidió que las armas cediesen a la toga, Don Quijote antepone las armas a las letras.[2]
Para algunos autores contemporáneos como Savater estas actitudes y otras de Don Quijote, más que contribuir a invertir el orden social y fomentar la justicia hacen lo contrario[3]. Para Savater estas actitudes de Don Quijote muestran la peor cara del héroe español por antonomasia.
Yo creo que es una idea extrema y contradictoria en Don Quijote pues como veremos más tarde también defiende la virtud de las letras.
Ortega en su libro[4] afirma que “todo genio español ha creado a partir del caos, como si no hubiese nada antes”[5]. Así parte Don Quijote de su hacienda, con un nombre nuevo y olvidando todo su linaje, todo lo que es y ha sido.
Esta salida a la vida práctica recuerda la de Fausto tras muchos años de vida contemplativa y teórica. Pero, ¿Por qué decidió Alonso Quijano ser caballero andante?
Para Unamuno es el deseo de ociosidad el que lleva al viejo hidalgo a convertirse en Don Quijote, para otrotes el deseo de “restablecer” el reino del bien y de la justicia. Esto es lo que dice el mismo personaje; “ Y fue que le pareció convencible y necesario, así para el aumento de su honra, como para el servicio de su república[6]. Esto es lo que dice el mismo personaje de su propia boca pero todo podría haber desembocado por una excesiva conciencia de la existencia de Alonso Quijano que desemboca en la paradoja del sufrimiento de quién se siente finito y desea trascender. La angustia –sobre la que Heidegger afirma que nos acerca al verdadero ser de las cosas- de la finitud pudo llevar a Alonso Quijano a convertirse en Don Quijote.
La ficción, la fantasía de los Libros de Caballería pasa a ser real en la mente y el mundo del hidalgo que una vez en la realidad proyecta a ella todo cuanto ha leído en sus libros.
Nada más salir de su hacienda Don Quijote comienza a tergiversar la realidad pensando que las ventas son castillos ( Capítulo II de la primera parte), las rameras doncellas, los molinos de viento gigantes (Capítulo VIII de la primera parte)y los rebaños ejércitos (Capítulo XVII de la primera parte).
El capítulo de los Molinos de viento es uno de los más tratados y comentados por su relevancia para la Filosofía, y en concreto para la Teoría del Conocimiento y el concepto de verdad. El diálogo sobre los molinos es éste: “La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; por que ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos la vida, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer…()
-¿Qué gigantes?- dijo Sancho Panza.
-Aquellos que allí ves- respondió su amo- de los brazos largos. Que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced- respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen, no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.”
[7]
La visión de Don Quijote pone en duda la circularidad transcendental kantiana que reza así: “Las condiciones de posibilidad de la experiencia en general constituyen, a su vez, las condiciones de posibilidad de los objetos de la experiencia, por ello poseen validez objetiva en un juicio sintético a priori”.
Se puede debatir si las condiciones de la experiencia son una puerta que se abre al sujeto, insistiendo en su pasividad, o si son una red que se lanza, confirmándose la actividad del sujeto en el conocer.
En el caso de Don Quijote el sujeto ejerce una actividad muy fuerte sobre la experiencia que va en detrimento de su objetividad. Se puede decir que lo que Don Quijote ve es “real” porque él lo ve; hay una causalidad de lo “real” sobre su ver aunque este manipule lo visto.
Vemos que el sujeto constituye la realidad, le da sentido. No hay realidad sin sujeto. Este tema es tratado por Ortega en sus meditaciones; en una meditación preliminar titulada “Molinos de viento” [8]afirma que “las cosas tiene dos vertientes: es una el sentido de las cosas, su significación, lo que son cuando las interpretas. Es otra su “materialidad”, su positiva sustancia, lo que constituye las cosas antes y por encima de toda interpretación”.
Los molinos de viento como sentido son gigantes; en Don Quijote las ideas triunfan sobre la materialidad que les sirve de sustento o causa inicial para desplegarse. "Las cosas hacen “señales”, transmiten formas que interpretamos; si la idea triunfa, la materialidad queda suplantada y vivimos alucinados”[9] nos dice Ortega. Este es le caso de Don Quijote que al vivir alucinado rompe la objetividad creada por la intersubjetividad respecto a la realidad.
Ambos personajes creen ver lo que dicen, lo creen real. La ruptura de la intersubjetividad, el no compartir el sentido de la experiencia, es lo que eleva a Don Quijote al grado de loco.
Todas estas explicaciones se pueden asociar a “La repercusión de la apariencia y el estatuto de la re-presentación” en el que se trata de la verdad crítica.
Ortega trata lo relativo al estatuto de la realidad en varios puntos de su libro; para él el “mundo patente” es la realidad que se nos ofrece con sólo abrir los ojos. Incluye el transfondo de estructuras que reclama nuestra intervención. Don Quijote rompe con su visión la estructura objetiva de lo real.
Ortega afirma que el Quijote es un libro escorzo; dicha palabra, escorzo, se refiere a la captación simultánea de de lo real de forma concreta e intelectiva. Por que en un primer momento lo real se nos impone de forma violenta; sobre este primer plano pasivo el hombre actúa e interpreta con el mirar según el filósofo español, que diferencia entre impresión y concepto, que tiene en sí la estructura y el contenido. Los conceptos establecen las relaciones con las otras cosas y los límites de ellas.
Gracias al concepto podemos superar la superficie y acceder a la profundidad mediante la meditación. Don Quijote “mira con conceptos”[10], los de los libros de caballerías.
La actitud de Don Quijote es fruto del Renacimiento, que tiene en Descartes al primero que trata el problema de la conciencia y de lo psicológico. Incluso me parece que en un pasaje de la novela se habla de un diablo engañador que recuerda al genio maléfico de Descartes pero con forma de diablo.[11] Quizá merezca la pena ser Don Quijote a Alonso Quijano, ser un actor principal y proto-agonista que actúa de forma desvariada, a ser un secundario desapercibido para el devenir. Tal vez la única forma de ACTUAR de verdad sea a través de la locura, entendida como la libre iniciativa total, la libertad.
[1] Capítulo XXXVII de la Primera parte, páginas 277 y 278.
[2] En el capítuloXXIV de la Segunda parte vuelve a defender las armas: “Por que no hay otra cosa en la tierra más honrada, ni de más provecho, que servir a Dios primeramente, y luego a su rey y señor natural, especialmente en el ejercicio de las armas, por las cuales se alcanzan, si no más riquezas, a lo menos más honra que por las letras, como yo tengo dicho muchas veces”. Página 516.
[3] Savater, Fernando. “Instrucciones para olvidar el Quijote y otros ensayos”. Editorial Taurus, 1985. Madrid. 213 páginas.
[4] Ortega y Gasset, José. “Meditaciones del quijote”. Editorial Alianza, 1991. Madrid. 247 páginas.
[5] Ver página 155 de Meditaciones.
[6] Capítulo Primero de la Primera Parte, página 27.
[7] Capítulo VIII de la Primera Parte, página 56.
[8] Página 217 de “Meditaciones del Quijote”.
[9] Ver el punto “Poesía realista” de la meditaciones; página 220.
[10] Platón, “Teeteto”
[11]Peor será esto que los molinos de viento -dijo Sancho-. Mire señor, que aquellos son frailes de San Benito, y el coche debe ser de alguna gente pasajera. Mire que le digo que mire bien lo que hace, no sea el diablo que le engañe.” Capítulo VIII de la Primera Parte, página 57.

miércoles, 7 de mayo de 2008

EL HABITANTE INCIERTO

No son pocas las veces que la literatura ha explorado con mayor o menor acierto la experiencia límite de la ausencia. Una de las más originales es sin duda la de Nathaniel Hawthorne. En su cuento breve, contaba la singular historia de un marido que hastiado por lo vacío de su vida, decidió simular una huida, una ausencia eterna de su casa, con la única intención de comprobar cómo sería la vida sin él, contemplándola desde una casa contigua que había alquilado y que con celo guardaba su inquietante secreto. Ver nuestra propia muerte, el mundo sin nosotros; ser el espectador de aquello en dónde ya no opera nuestra conciencia, quizá el viaje más espectacular que se podría hacer, sin duda una genialidad literaria.
La realidad ha establecido otros itinerarios donde encontrar esa incertidumbre: quizá el rastreo por la categoría de ciudadano no sea más que un claro ejemplo de ello. La indiferencia pública, la cesión del compromiso con el ágora, el establecimiento de una élite política que linda casi con la abstracción y que hoy se erige como el mayor de los peligros para la democracia, responden con rotundidad a esta extraña búsqueda de aquellos que eluden la presencia y se ocultan tras la carne para ser los espectadores sombríos del espectáculo del mundo. La ficción se vuelve amenaza cuando la indiferencia y la pasividad se tornan en los parámetros que rigen el devenir por la vida de muchos. Todas las ideas traen consigo un peligroso germen. El individualismo se asocia al hedonismo y transforma el horizonte del individuo en una especie de carrera de obstáculos por tener y tener más, la conciencia capitalista torna la opresión en certeza y voluntad casi genética e impide que el hombre se rebele, que la voz irrumpa ante la injusticia anulando para siempre y dejando estéril la capacidad para el cambio, el fluir público que debería compartir el oxígeno en la sangre. El mundo se ha tornado un extraño teatro al que algunos solo creen poder acceder como meros espectadores. Son aquellos que creen que la libertad consiste en poder huir, en dar un paso más allá del nudo presente; que el destino siempre está en las manos y la decisión de otro.
Siempre me ha llamado la atención que todos aquellos discursos que en la historia se han visto legitimados como protectores profesos de la paz hayan sido discursos homogenizadores. Como si fuéramos incapaces de conciliar libertad y felicidad, como si fuese una buena opción aquella que planteaba Huxley y que mi compañero defendía en su artículo: la de un mundo acabado desde el principio, erigido sobre la estructura orgánica de algo que subsiste a costa de sus partes. Releo las utopías, las tesis de aquellos que buscaban una eclesia capaz de conectar a cada hombre del mundo con la simplicidad de cristo. Observo perplejo el gusto por las tradiciones más inverosímiles, por lo comunitario del Rocío, de la Semana Santa, por todo aquello que huela a trascendente y que nos otorgue el más que dudoso don de la criatura. Presiento que el hombre se siente a gusto en el papel de la víctima, en el papel del deudor, en el papel del súbdito. La ausencia del dolor no debe comportar la felicidad de manera mecánica ni geométrica. No debería ser la elección entre libertad o felicidad. Y más cuando los datos nos dan algo de luz y esperanza. Desde que la India disfruta de democracia y del ejercicio de una prensa libre no ha habido ninguna hambruna, merced al control al que se ven sometidas las instituciones. Quizá la causa de los desastres y de las miserias no radique en el ejercicio de la libertad, sino precisamente en su silencio, en la ausencia fáctica de una mínima posibilidad de actuar; la ignorancia, de aquellos que padecieron en Calcuta la hambruna del 44, de la capacidad real que tenían para evitarla no remedió ni un ápice el dolor y la muerte que una vez aparecen se vuelven inevitables en cualquier dictadura organicista que se precie por mucha felicidad interna que venda o promueva.
Decía una anciana estadounidense ante la diatriba de legalizar la emisión del film porno “Garganta profunda”, que odiaba el porno, pero que quería poder elegir entre verlo o no. Nadie debería decidir por nosotros, no deberíamos convertirnos en personajes de Hawthorne, en habitantes inciertos de un mundo complejo a la espera de una voluntad crítica y creadora. Quizá porque los que anhelan un “mundo feliz” como el de Huxley esperan despiertos y con el rifle cargado al despojo desesperado de nuestra libertad. “Arido pabulo” decía Virgilio: nadie dijo que esto iba a ser tan fácil.

domingo, 4 de mayo de 2008

La libertad es el camino.

Santi nos ha explicado en su articulo "El camino de la libertad nos lleva al cautiverio" como podríamos ser felices renunciando a la "idea" de libertad como posibilidad de elección; tenemos esta idea porque la conocemos, y si no la conociésemos no la tendríamos o exigiríamos. La idea central o pregunta básica ante tal argumentación es: ¿Forma esa idea de libertad parte constitutiva o esencial del hombre? ¿Puede ser borrada? ¿Podría darse un tipo de sociedad en la que el hombre estuviese ajeno a la libertad? En definitiva, ¿Es posible una sociedad cerrada al estilo platónico o de la novela "Un mundo feliz" de Aldous Huxley eternamente? ¿No acabaría por hacerse hueco en ellas la libertad por sí misma? ¿Sería necesario introducir el concepto de libertad en la sociedad cerrada desde fuera o nacería desde adentro como parte de su esencia? ¿Es la libertad un valor exógeno o endógeno en el hombre y la sociedad? Si introducimos nuestro concepto de libertad en otras sociedades, ¿les hacemos un favor o les condenamos? Les hemos hecho un favor a los africanos llevándoles nuestra idea de libertad y sociedad o les hemos hundido; ¿No hubiese sido mejor que ellos permaneciesen con su estilo de vida primitivo -que no menos valioso- y nosotros lejos de ellos? ¿Es nuestro concepto de libertad parte de nuestro concepto de hombre exclusivamente o forma también parte del suyo? Lo que está claro es que ya forma parte de los africanos nuestro concepto de vida y libertad; el mayor ejemplo son los cayucos que llegan a nuestras costas, pues son la mayor expresión de ellos desean y quieren lo mismo que nosotros. No somos tan diferentes; nosotros nos hemos encargado de ello en los últimos siglos de colonización. ¿Quién ha modificado más su identidad nosotros o ellos? Los Papalagi (hombres blancos) son implacables, por ello el jefe samoano Tuavii advirtió a sus compañeros de los peligros del hombre blanco e intento alejarlos. Se dice que una mujer que vió a los blancos por primera vez gritó ¡Fuera demonios! ¡Qué razón tenia!
Resumiendo se trataria de debatir si el hombre puede ser todo o no, debido sus caracteres o predisposiciones innatas. Los politicos conservadores ven las tradiciones como elementos centrales en el hombre; para ellos sin ellas el hombre perdería una parte de su ser. Un ejemplo es la historia, que ellos intentan mostrar como un elemento central central del hombre, pues una determinada percepción de ella puede cambiar su identidad y forma de ver el mundo. Apelan ala historia sentida, sentimiental, más que a la racional y crítica. Recientemente se celebró el bicentenario de la Guerra de la Independencia contra los franceses; los políticos conservadores como Aguirre y nuestro Juan Carlos se han encargado de orientar hacia la exaltación de la nación española. ¿De verdad podemos creer que aquella gente rebelada luchaba pensando en la grandeza o la idea de España? ¿Es el sentimiento de pertenencia a una nación un elemento constitutivo y necesario del ser de todo hombre? ¿Es un deber sentirse español? Si no me siento español, ¿Qué tipo de persona soy para los conservadores? ¿No sería más sano no hacer del sentimiento patrio un elemento constitutivo de nuestro ser? Es muy fácil forjar la identidad mirando al pasado, lo difícil es hacerlo mirando al futuro por que ello supone acción, cambio, reflexión. No es casualidad que los dos elementos que más desligitiman nuestra identidad, la ciencia y la educación, no tengan minutos en los telediarios o secciones especializadas en los diarios.
Para cuando vamos a dejar de universalizar lo local y nos vamos a dedicar a "localizar" lo universal. ¿Hay acaso otro camino para comprendernos y mejorar este mundo? La tradición, a mi modo de ver, es un lastre que centra al hombre en lo local y lo enajena de aquello que es mas importante, la imagen del otro en uno mismo, que aparece más como una negación de nosotros. ¿Qué beneficio obtenemos celebrando el bicentenario? Ha sido un rito conjunto de autoafirmación de una identidad que como tal no es esencial a nuestro yo, sino creada y accidental. Nos enredamos en identidades superfluas que suponen una ocultación de lo verdaderamente importante: que todos somos iguales, y que no hay que saberlo sino conseguirlo. Todos somos nada, sólo unos pocos podemos serlo casi todo. Seguirán inyectándonos dosis de identidad; nos dirán lo que somos, porqué somos así y como debemos de seguir siendo. Inefable tragedia. A menos identidad en lo pasado -no menos conocimiento del pasado-, mayor raigambre y conocimiento del presente, y aumento de esperanza para el futuro.