miércoles, 14 de mayo de 2008

EL HOMBRE QUE FUE AYER

He sido, a veces, la deforme sombra de un asesino, el rostro incómodo de algún lisiado de agrio carácter. Mi cuerpo ha dibujado en multitud de ocasiones el torpe trazo de la miseria, la vanidosa maniobra de la prepotencia. Pese a todas esas iniquidades, siempre he tenido la sensación de ser otro, de usurpar algo que no me pertenece. Un impostor del hombre, una perplejidad expectante, una fabulosa ironía que sobrevive en la más absoluta nada; quizá el más desacreditado de los espíritus, tal vez el más iluso de los átomos, o la más resuelta de las ficciones.
El tiempo ha trabajado mis tramas, mis pequeñas historias, los nexos que unen mis más asombrosos logros; configuro mis próximas apariciones con la laboriosa rectitud del más oficioso zapatero, deambulo con la autoridad de quien parece saberse con la mayor de las exactitudes el hombre que todos creen que es. Puede que me confundas entre la gente, que adivines en mi rostro la extraña magia de aquellos que ya saben cual será el final, de aquellos que han escrito, antes en el tiempo, las distintas variaciones que la divinidad reserva para el resto. Nada de eso querido lector. Tan solo el mundo y los otros. Aquellos que confabulados se encargarán de silenciarlo todo, de establecer inoperantes categorías, irrisorias tesis y un lagrimoso valle de penalidad. La vida siempre anhela el “ya fue”, siempre encuentra al iluminado pastor que, presto, reconduce el tiempo y lo vuelve del revés. Perseverará hasta volver abominable aquello de lo que hoy, insumiso gozas. He vuelto a cruzarme con los “romeros”, he visto en sus miradas el frío gélido del espartano, la seguridad amenazadora de Platón, la certeza última de aquellos que en la tierra cumplen los dictados últimos de cristo, y he vuelto a sentir el tiempo sobre mi, transformándome en espectro, desacreditando cada uno de mis pasos, cada uno de mis argumentos.
Cuando te vuelvas fantasma, recuerda que solo tuviste la ocasión de descubrirlo un poco antes; en esta ocasión el tiempo tampoco hubiera jugado a tu favor.

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