jueves, 20 de noviembre de 2008

HIJOS DE LA HISTORIA

Algunos confunden la Historia con ese Dios cristiano y justiciero; Ese que te espera a la salida de la vida y te repasa de arriba abajo cual contertulio del más beligerante programa del corazón que se precie: “¡ningún pecado quedará impune!”; a fe que sí miarma!!! Aznar es uno de esos. En la plenitud de su vida parece haberle llegado el momento de verse en el espejo reflejando al mismísimo Cid Campeador. Ya siente bajo su yelmo la patria y acaricia con su diestra la firme Colada o la filosa Tizona que lo mismo da. Según nuestro ex presidente la Historia acabará haciendo justicia y reconociendo la labor de Bush en pos de la libertad. Es probable que sea así, sobre todo porque al pillín de José María se le olvidó apuntillar que la Historia la hacen los hombres y la cuentan los hombres, y entre tanto hijodeputa suelto, ya habrá alguno que se encargue de edulcorar el conflicto de Irak y de hacer de la miseria y la barbarie la historia de un camino que otros terminarán por recorrer.
Lo mismo ocurre con la famosa madre Maravillas. A algún “hijo de la historia” se le ha ocurrido conmemorar su persecución con un particular homenaje en forma de placa en la casa de todos los españoles. Y lo hace de buena fe, pues en la “Historia” que le contaron, los españoles sólo eran la mitad, en concreto aquellos que enfundados de un honor patrio pisotearon al resto de rojos de mierda que en palabras de algún padre de la santa Iglesia trajeron la destrucción de España y amenazaron para siempre el santo destino de una nación como la nuestra, tan prolija en ganarse un puesto en el cielo, con sus tres añitos de República ignominiosa. Si aún no has vomitado lector es porque tienes el estomago a prueba de bombas, o porque ya has leído demasiadas declaraciones de los portavoces del PP y se te ha hecho el cuerpo.

Es curioso comprobar cómo el espíritu faccioso no desaparece, cómo el cristiano viejo resurge de sus cenizas y combate el laicismo, la concordia y en definitiva indirectamente la democracia, una tarde sí y otra también. Siempre operando desde el cinismo; ése que les hace un día ver en la cumbre del G-20 el momento clave en el que España no estará, y otras la cita más baladí de la historia donde España tuvo un papel de comparsa y poco más; ése que les hace denigrar la asignatura que forma ciudadanos y que identifica la patria con la constitución y los deberes democráticos, a favor de esa otra que dicta que Jesús murió por todos nosotros y por nuestros pecados y que más allá del vecino está la gloria, y que más allá de la ley y el consenso está la verdad divina hecha dogma irrefutable.

Entretanto las madres buenas, esas que cumplen con el santo oficio y colocan a sus pequeñines hijos de la historia en los mejores colegios, siguen la tradición castiza y se vuelven putas en la cama y señoras en el cocktail. Las diferenciarán porque en sus manos, el panfleto del hospital Carlos III que dice que el SIDA se previene con castidad y que si eres homosexual probablemente tengas un serio problema psicológico, no les quemará en las manos. Y así estamos, invariables desde siempre, aguantando al señorito y su caballo. Así será por el resto de los días, pues siempre habrá un historiador preparado para volver dios o héroe al primer terrateniente inmisericorde que lo necesite, al primer ex presidente genocida ávido de gloria, al primer Borbón hijodeputa y asesino que se le cruce en el camino. Por eso Doña Sofía es una gran señora, y no le apesta la boca. Ni a ella, ni a su padre ni a la madre que la mal parió.