sábado, 21 de febrero de 2009

LA TIERRA BALDÍA

Siempre recibo la visita de la sombra. En cada movimiento que articulo observo perplejo la imitación, la delicada armonía que conjura mi cuerpo y el de ese otro que se esconde en el reflejo más fugaz, en la presencia silenciosa. Siempre hay alguien que se anticipa a mis gestos por torpes que sean.
Es el don que la sociedad me regala por ser siempre sospechoso de algo; sospechoso de ser pobre, de ir mal vestido, de hablar con el acento del barrio, de no cumplir con el perfil adecuado, de no guardar las maneras, de ser el tipo incomodo que preferirían agotase su inteligencia en la ultima página del MARCA… siempre perpetran esa sombra para recordarme que soy la descendencia del cuchillero, del que rescinde contratos al golpe filoso del acero; siempre actúan para dejarme claro que mi final es el de la taberna y la disputa, que nadie como yo llegará jamás a cruzar la frontera que divide a los que viven en el mundo y los que lo sujetamos.
La inquisición elige bien sus artificios; va eliminando paulatinamente tus posibilidades hasta dejarte vacío; hasta volverte incapaz. Tu carne se ha vuelto inmune a las tramas corruptas, a las tropelías que trabajan tu espíritu. Alguien se encargó de volverte honesto para poder liquidarte sin dejar pruebas. Así me siento; un cadáver con fecha de caducidad preestablecida. Agazapado, recojo las sobras de los Agag y compañía, de los señoritos de izquierda y de derechas que rechazan en la merienda aquello que mendigo. Es la corrupción endémica la que los ha configurado desde siempre, con la salvedad de que en su caso la pena siempre tiene un abogado defensor que la disuelve. Rajoy defendiendo lo indefendible con un ataque a las instituciones; Zapatero defendiendo lo indefendible arrodillándose ante Bertone y obviando la deficiencia estructural del país para afrontar la crisis. Porque todo es parte de la misma historia, esa que padecieron aquellos que aspiraron a vivir bajo la justicia; aquellos que de alguna u otra forma creyeron en el derecho.
Yo soy licenciado en filosofía. Todos los días estudio unas 10 horas los escritos de Paine, Madison, Jefferson etc.… para acabar una tesis que me hará más sabio y más pobre. Porque el dinero para hacer institutos le sirve al señorito para dar de comer al caballo; porque la educación y su reforma se han convertido en el campo de batalla apto para ignorantes de ambos partidos que se empeñan en una lucha fraticida y sin sentido; porque detrás de todo ese escenario alguien se sienta en el que debería ser mi sillón y cena más tarde con su novia en el mejor de los restaurantes con mi dinero. Posiblemente lleven razón, a fin de cuentas tengo 28 años, y a pesar de aprobar oposiciones, trabajar lo que me dejan, prepararme constantemente para que nadie me reproche en el futuro que no hice lo que debía, dormir una media de cuatro horas diarias etc., gano 100 euros al mes dando clases particulares. Algo de culpa tendré no les quepa la menor duda.

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