viernes, 8 de agosto de 2008

PERICLES Y EL CHOFER DE BIN LADEN

Así sentenció el más polémico de los gobernadores de EEUU, el carnicero Rick Perry, cuando una periodista le preguntó sobre el caso de un condenado a muerte mexicano: “El tribunal de La Haya no tiene jurisdicción en Texas”. En ese momento, José Ernesto Medellín, a pesar de las protestas del gobierno mexicano y la petición para la revisión de su caso por parte de la Corte Internacional de Justicia, era ejecutado en la cárcel de Huntsville. El Tribunal Supremo estadounidense ya había sentenciado que el gobierno federal no tenía la autoridad unilateral parta hacer cumplir a los tejanos los dictámenes de la justicia internacional. Una sentencia que coloca a EEUU fuera de la órbita jurisdiccional internacional y que compromete el tratado de Viena acerca de las Relaciones Consulares y la garantía que éstas suponen para cualquier detenido extranjero a pedir ayuda al consulado de su país; y que ha convertido Texas en un castillo feudal, donde el que blande la espada más grande manda, y donde la ley es hija de la sensibilidad de un puñado de cowboys émulos caballeros de una mesa redonda donde se rinde homenaje al pistolero de los pistoleros: Mr Perry y su colt 45.
Parece que el sueño americano se ha propuesto darle la razón a Hobbes y llevarlo más allá de su Leviatán, convirtiendo el panorama internacional en un estado de naturaleza beligerante y haciendo que la democracia albergue una carnicera plagada de injusticia al más puro estilo medieval. Algo de gracia debe hacerle al yemení Salim Hamdam la impenetrabilidad jurídica con la que Perry ha dotado a Texas. Sí; porque parece ser que determinados países no solo no gozan de la posibilidad de apelar a la ley internacional, sino que lejos de eso, sus ciudadanos apenas saben que ley los condenará y de que consenso y país provendrá. Al pobre Salim ya se lo han puesto bastante claro: te condena EEUU, o mejor dicho, un puñado de marines sin nada mejor que hacer que dar un poco por el culo.

La sentencia dice que Salim es culpable de “apoyo material al terrorismo”. !!!!!!!!! Todas esas exclamaciones parecen pocas cuando descubrimos que Salim Ahmed Hamdan era chofer, trabajó cuatro años para Bin Laden, (como lo hubiera hecho para Joselito) porque necesitaba dinero (cobraba unos 126 euros al mes), que Khalid Sheik Mohammed, cerebro de los atentados contra las torres gemelas, testificó que el pobre Salim no tenía nada que ver en las operaciones militares, entre otras cosas porque solo estaba preparado para cambiar el aceite del coche, lavar los filtros y poco más.
Guantánamo tiene que tener alguna salida jurídica, entre otras cosas para que la Historia no recuerde a Bush y a Blair como los genocidas más sanguinarios del siglo XXI. De los 800 presuntos terroristas que fueron encarcelados en Guantánamo desde el 11 de enero de 2002, unos 500 han sido liberados exentos de cualquier culpabilidad, aunque por supuesto llevando a sus espaldas el peso de la tortura sistemática que nuestra civilización les ha impuesto durante lo penoso de sus vidas y durante su estancia ilegítima en la cárcel. Salim ha carecido de los derechos básicos durante los seis años que ha estado encarcelado sin conocer sus cargos, amen de los interrogatorios ilegales y la tortura a la que se ha visto impuesto. Para que todo tenga sentido, un marine lo condenará a cadena perpetua haciendo un alarde de imaginación y manteniendo el discurso pacificador de la gran metrópoli para justificar que la muerte de algunos no vale una mierda si con ella pagamos la estabilidad y el orden de las democracias que tanto nos costó fundar.
Que pasaría si en realidad fuésemos los malos…. Si nuestra forma de vida no fuese más que el reflejo de una carnicería y una depredación sobre los pueblos que surten de materias primas a nuestro tecnificado mundo. ¿Qué deberíamos de hacer? Pericles por boca de Tucídides lo tenía claro y cito un fragmento de la Historia de la Guerra del Peloponeso: “Este imperio que poseéis (se refiere a la democracia ateniense y sus colonias) ya es como una tiranía: conseguirla parece ser una injusticia, pero abandonarla constituye un peligro”. ¿Estamos en esa situación?, ¿somos los tiranos y ya solo nos queda perpetuar este estatus quo de violencia para evitar que se vuelva contra nosotros? ¿Somos justos con Oriente Medio cuando lo sentenciamos ideológicamente escondiendo nuestra praxis basada en la fuerza, el sometimiento y la injusticia sistemática?
Tucídides tiene la solución y el problema: la democracia necesita de la guerra y de la conquista para mantener el bienestar y con él la cohesión de sus ciudadanos libres.
Mira para donde quieras lector, pero recuerda que cuando muevas las manos, salpicarás de sangre al que esté a tu lado.

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